Pero, para poder tomar la salida en la prueba de Los Diez Mil del Soplao tocó madrugar, a las 4 1/2 de la mañana sonó el despertador, aunque un rato antes ya estaba dando alguna que otra vuelta en la cama. Un desayuno rápido y raudo y veloz a coger el coche, dirección Cantabria. Me presenté en la salida con una hora de antelación. Una mañana fresquita que presagiaba un día de sol.
Nada más aterrizar en Cabezón de La Sal, a buscar un aparcamiento para el de las cuatro ruedas y a recoger el dorsal, lo más curioso es que ya había participantes de la prueba de Mountain Bike situados en la salida una hora antes, cogiendo un buen sitio para poder salir como cohetes.
Esta es una imagen de algunos de los participantes en la ruta a pie, maratón y ultramaratón en la línea de salida, el de megafonía no paraba de decir: 'los de la ruta a pie, maratón y ultramaratón debajo del arco de Powerade', la verdad es que allí no nos juntamos la inmensa cantidad de gente que posteriormente fuimos a pie, estuve casi 1 km adelantando a gente cuando estábamos saliendo de Cabezón.
Con puntualidad británica, a las 8 de la mañana: salida y como ya he dicho antes a adelantar a un pelotón de andarines, de todas las edades y condiciones, la salida de Cabezón hacia el siguiente pueblo: Santibañez, por la carretera, todo un carril para nosotros cerrado al tráfico.
Giro a la derecha para enfilar la primera de las subidas, si levantabas la vista podías ver las pistas por las que tenías que subir, se notaba que la pendiente se empinaba porque costaba subir, a todo trapo, hasta que en la parte final tuve que bajar un poco el pistón porque me estaba quedando sin resuello, avituallamentiento líquido en la cumbre, un botellín de agua y a recorrernos toda la cumbre del monte, en esta parte me junte con otras tres personas, con mucha más pinta de montañeros que yo; hasta que de pronto la señal nos indicaba hacía abajo: menuda pendiente!!!, era mejor ir rodando monte abajo que bajarla andando, la parte más dura, difícil y técnica de todo el recorrido, algo así como 400 metros, ya me llevé un par de sustos.
Una vez resuelta la 'bajadita' en cuestión, me junte con un paisano de la zona, de Los Corrales de Buelna, que me estuvo contando algo de la siguiente parte del recorrido, me advirtió que había que reservarse para la parte final, la subida del Toral; hicimos una parte de la bajada por una pista al trote, hasta que él se quedó porque no quería seguir corriendo, yo incrementé el paso y me junte con otras tres personas, cántabros todos ellos, con experiencia en la montaña, uno de ellos había corrido y terminado las prueba de los 'tres grandes' en el País Vasco.
Pasamos por el pueblo de Ruente donde nos dieron otro avituallamiento líquido y a coger una nueva pista, con pendiente de subida, camino arriba, a la búsqueda del km nº 15, donde teníamos otro avituallamiento líquido, giro hacía la izquierda y a seguir por la pista que un par de kms después entro en un bosque, gracias a Dios porque el sol empieza a calentar.
Por este bosque fui solo, al trote, ya me adelantó otro corriendo, un par de estacas en el camino no estaban situadas muy bien porque no se sabía si había que ir a la derecha o a la izquierda, como era un circuito contrario a las agujas del reloj ,decidí seguir hacía la izquierda y acerté, en esta parte cuando vi una pista que subía hacía arriba me deje caer y me dijeron un par de chicos que 200 metros más abajo estaba el avituallamiento del km 20, así que cuesta abajo fuimos a la campa donde la gente que iba a pie se juntaba con los bicicleteros.
Impresionante el montaje realizado, avituallamiento solido: fruta, sandwichs, pasteles, agua; vamos que no faltaba de nada, parada de 10 minutos para comer tranquilamente, apareció un poco más tarde alguno de mis anteriores compañeros de fatigas ( el de las 'tres grandes'). Una vez saciado el apetito, reanudación de la marcha, llevábamos en este punto 3h25 min. lo cual no está nada pero que nada mal).
Al salir del avituallamiento me junte con otro de la zona y nos dirigimos pista arriba, hacia el Moral, donde antes de llegar a la parte mas alta, después de casi 3 km de subida, había que coger el camino hacia la izquierda para coger la ruta de los puentes, otro punto de avituallamiento líquido, mucha agua al cuerpo, pero la verdad es que no sobraba, 2/3 para adentro y otra 1/3 parte para mojar el pelo.
Esta parte del recorrido hasta el km 31 era por un bosque, menos mal porque el astro estaba empezando a calentar con ganas, y como su nombre indica salpicada por puentes de madera para salvar las bajadas de agua de los riachuelos, en varias de las zonas estaba el terreno húmedo, lleno de barro. Dí alcance a otro montañero local, con el que hice esta parte del recorrido, hicimos una parada técnica para echar un trago de agua y comer algo junto a un haya inmensa.
Siguiente parada, en otro avituallamiento solido, en el km 31, otros 10 minutos de descanso para comer algo, junto a los voluntarios que te daban ánimos para seguir, claro, lo siguiente era la pero subida, con el montón de km que llevabas en las piernas, normal.
Partimos un grupo de cuatro personas, pero pronto, según apareció la primera de las rampas nos fuimos disgregando y acabamos subiendo solos, cada uno como al ritmo que podía, cada uno por nuestra cuenta, una subida no muy empinada por monte nos llevo a un falso llano en el que se podía vislumbrar a lo lejos la pendiente del Toral, última subida complicada de la ruta, como la parte final de la subida a Oiz por los puestos de tiro y aquí si que se puede comprender el esfuerzo que hacen los montañeros cuando suben por ejemplo un ocho mil, donde en la parte final de la ascensión van dando en vez de pasos: pasitos, pidiendo permiso a un pie para mover el siguiente.
Lo mismo nos pasaba a todos: pasos muy cortos, muy despacio y con varias paradas en la parte final de la ascensión, como recompensa el animo de varias personas que nos estaban viendo desde la parte más alta, una parada para charlar con ellos mientras seguía subiendo gente, lo cual servía para coger algo de aire. En la parte más alta, a unos 200 m. se encontraba el siguiente avituallamiento líquido, al fondo de podía ver donde se encontraba el punto de llegada, no nos quedaba nada, 1 1/2 de camino.
Después de echar un nuevo trago de agua, una bajada, guiado por un local, que nos llevo a la última subida del recorrido, corta y fácil, después de lo que ya habíamos realizado, por este punto pase alrededor de la posición 40 de unos 450 inscritos de los de a pie, no está mal, aunque en la meta me van a dar lo mismo que al que llegue antes que yo, en este punto: el alto de Cos, nuevo avituallamiento, pequeña parada y a dejarse caer hasta la llegada.
Bajada por un camino que no estaba relativamente mal, las piernas no estaban para muchos trotes y acabé bajando muy despacio, así que me fue adelantando unas cuantas personas, en la parte final se encontraban un par de personas que estaban viendo el paso por el km 31, llegada al pueblo de Cabezón de la Sal, entrada por la misma carretera que por la que habíamos salido a primera hora de la mañana y saludos de toda la gente dándote ánimos y todos ellos diciendo: 'ya queda menos', lo único cierto es que la llegada está CADA VEZ MAS CERCA.
Es curioso, todo el mundo que te animaba usaba las mismas palabras de animo, lo que no sabías a ciencia cierta es la distancia respecto a la meta, porque según ibas pasando todos te daban la mismas referencias, que si a 2 km o que si a 5 km...
Y por fin, después de 9h. y 5 min. pasamos por la línea de meta, por las calles del centro de Cabezón había que ir con cuidado, porque a la vez estaban llegando los ciclistas.
Así que nos dirigimos a la carpa donde habíamos recogido el dorsal a dar buena cuenta de un plato de pasta, con fruta y bebida y después de tan suculento 'rancho' al coche a recoger la mochila y darnos un merecida ducha, eso sí todo este trayecto con un paso suave y relajado porque las piernas estaban demasiado cansadas y doloridas.
Y colorín colorado, esta aventura ha terminado, hay que decir que una carrera de montaña es completamente diferente a una de asfalto, entiendo a aquellas personas que se han pasado al monte, hay otra perspectiva del esfuerzo completamente diferente, pero yo prefiero ir a un maratón y correrla sin entrenar, el esfuerzo va a ser menos de la mitad, pero eso será otra historia, por de pronto, estamos aquí para poder contar esta.
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