ASFALTO

No solamente se deben de preocupar del estado de la carretera los pilotos de Formula 1 que disputan carreras cada 15 días, sino que todos y cada uno de los que conducimos debemos de ser conscientes de las condiciones que tiene la vía por la que circulamos para tener la certeza de que nuestro viaje va a llegar a buen puerto sin riesgos innecesarios.

Nos montamos en un vehículo compuesto principalmente por acero el cual nos sustenta al suelo mediante caucho, nos desplazamos mediante la fuerza que ejerce el motor sobre una superficie de color grisáceo.

Parece que todas las superficies son iguales, pero no es así, solamente es necesario ponerlos a prueba mediante los elementos naturales, con unas simples gotas de agua, se puede ver la diferencia entre el elemento sobre el que nos movemos.

Hay ASAFALTO que es capaz de absorber el liquido elemento y salvo que caiga el diluvio universal nos permite circular sin demasiadas complicaciones, salvo las impuestas por la propia circulación de la vía en la que nos encontremos.

Por el lado contrario existe el que expulsa el agua de forma violenta según el vehículo que nos precede se va desplazando, la cortina de agua con la que nos encontramos es tremenda, nos hace imposible la visión de cualquier elemento que se encuentra delante nuestro.

Al final la diferencia entre uno y otro estriba en el presupuesto con el que la administración de turno cuenta para desarrollar determinada obra pública, pero a veces es imcoprensible como se pone en peligro la vida de los conductores, parece que nuestra vida tiene un precio, el impuesto por el funcionario de turno.

Entre dos puntos por los que te desplazas es posible encontrarte varios kilometros del asfalto más tenebroso, rodeado por kilometros de una superficie aceptable para conducir en condiciones de lluvia, las diferentes administraciones por las que discurre dicha carretera hace posible estas circunstancias que son un claro ejemplo de una burocracia desmesurada e irreflexiva.